Lee. Al menos las etiquetas.

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Siempre he pensado que un consumidor bien informado -lo que llamo yo “un mejor comprador”- es algo así­ como un tesoro, que hay que descubrir y cuidar, porque en el largo plazo se convertirá en un poderoso aliado de nuestras marcas.

¿Y cómo logramos ser consumidores bien informados? Simple, leyendo y decodificando la información que las marcas nos ponen ahí­, frente a nuestras narices, dí­a a tras día, en volúmenes bastante elevados, ya sea en forma de un anuncio de TV, un post en Facebook, un tweet, flyers, posters promocionales; Información que también la adhieren en el anuncio al reverso del ticket del súpermercado (sí­, esos también se pueden leer y a veces traen información promocional interesante), en los anaqueles de las tiendas, en los tabs semanales e incluso hasta en las fe de erratas que publican cuando hay un typo.

Un buen inicio en el proceso de ser un mejor comprador es leer las etiquetas de los productos que vamos a comprar. Y no me refiero solamente al texto publicitario que a menudo olvida como decir de manera clara los beneficios del producto en cuestión; hablo de las letras pequeñas que toda lata, botella, bolsa, caja y todo tipo de empaque trae impreso. Ahí­ en esos recipientes hay más información de la que crees; información que si la analizas, te dirá mucho más del producto que el personaje que aparece en la cara principal de su empaque.¿No sabes que son esos términos de “ácido ascórbico” o “aceite vegetal parcialmente hidrogenado” que a menudo aparecen en los productos que vas a comer? Simple, Googlealo y probablemente te llevarás una sorpresa.

Leer te abre la mente, incluso hasta cuando lees la información que aparece en un trivial empaque de frituras, cereal o pan dulce.

Think about it.
CLJ

btw,este post no contiene ni grasas trans ni sorbitol